lunes, 20 de agosto de 2012

El anillo revelador

¡Bienvenidos al rinconcito de mi alma!

Hacía algún tiempo que no os escribía en este blog una reflexión y la verdad es que "un tironcillo de orejas" de vez en cuando, se agradece. Debemos abrir los ojos ante la vida, pero no debemos olvidar mirar con los "ojos del alma".


Mirar con los ojos del alma


Un alumno llegó a su profesor con un problema:
–Estoy aquí, profesor, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto e idiota. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El profesor, sin mirarlo, le dijo:
–Lo siento mucho, joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después...
Y haciendo una pausa dijo:
Si tu me ayudas y puedo resolver mi problema rápidamente, quizá pueda ayudarte a resolver el tuyo. 

El anillo revelador

–Claro, profesor, murmuró el joven. Pero se sintió otra vez desvalorizado.

El profesor se sacó un anillo que llevaba en el dedo pequeño, se lo dio y le dijo:

Coge el caballo y vete al mercado. Debes vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es preciso que obtengas por él el máximo posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y vuelve con la moneda lo más rápido posible.

El joven cogío el anillo y partío. Cuando llegó al mercado comenzó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Ellos miraban con algún interés, atendiendo al joven cuando decía cuanto pretendía por el anillo. Cuando decía que 1 moneda de oro, algunos reían, otros se apartaban sin mirarlo.

Mercader amable le sonrío
Solamente un viejecito fue amable de explicarle que 1 moneda de oro era mucho valor para comprar un anillo.

Intentando ayudar al joven, llegaron a ofrecerle una moneda de plata y una jícara de cobre, pero el joven seguía las instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazaba las ofertas.

Después de ofrecer la joya a todos los que pasaban por el mercado, y abatido por el fracaso, montó en el caballo y regresó.

El joven deseaba tener 1 moneda de oro para comprar el mismo el anillo, librando de la preocupación a su profesor pudiendo así recibir su ayuda y consejos.

Entró en la casa y dijo:
Profesor, lo siento mucho, pero es imposible conseguir lo que me pidió. Tal vez pudiese conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que se pueda engañar a nadie sobre el valor del anillo.

- Importante lo que me dices, joven, le contestó sonriente. Primero debemos saber el valor del anillo.
Vuelve a coger el caballo y vas a ver al joyero. Quien mejor para saber su valor exacto. Pero no importa cuanto te ofrezca, no lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. 

El joven fue a ver al joyero y le dio el anillo para que lo examinara. El joyero lo examinó con una lupa, lo pesó y le dijo:

–Dile a tu profesor que, que si lo quiere vender ahora no puedo darle más de 58 monedas de oro.
Monedas de oro

–58 ¡MONEDAS DE ORO!, exclamó el joven.

–Si, contestó el joyero, y creo que con el tiempo podría ofrecer cerca de 70 monedas, pero si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a casa del profesor para contarle lo ocurrido.

–Siéntate, dijo el profesor, y después de escuchar todo lo que el joven le contó, le dijo:

–Tu eres como ese anillo, una joya valiosa y única. Solamente puede ser valorada por un especialista.

–Pensabas que cualquiera podía descubrir su verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo en el dedo.

TODOS SOMOS COMO ESTA JOYA

Valiosos y únicos... andamos por los mercados de la vida pretendiendo
que personas inexpertas nos valoren.


Espero que os haya gustado, para mi es un placer compartirlo con vosotros.

Un abrazo
Rosa Macías

No hay comentarios:

Publicar un comentario